Son las 8 de la tarde y Audrey Donellan acaba de llegar del gimnasio. Nunca ha sido especialmente atlética, pero ahora, a sus setenta años, se encuentra haciendo pesas y levantando grandes pesos. Esta jubilada de Nueva Jersey dejó su trabajo de secretaria de escuela hace tres años, no por casualidad, justo cuando empezó a interesarse por la halterofilia. "Una amiga me presentó a su entrenador, Ludwight Rigueur, para que me evaluara. Le dije que quería ser más fuerte, ganar flexibilidad y equilibrio", cuenta. "No se trataba de perder peso -aunque acabé perdiendo 18 kilos-".
Rigueur elaboró para Donellan una serie de ejercicios de fortalecimiento que podía hacer en casa y en el gimnasio. "También me introdujo en el levantamiento de pesas", explica. "Había visto a esos tipos grandes hacerlo y nunca me había interesado. Fui a una de las reuniones y me pareció divertido. Lo probé y me gustó mucho".
En enero, Donnelan compitió en su primer encuentro. Tenía 71 años. Levantó 270 libras. "Las competiciones no son muy reñidas", dice. "Todo el mundo apoya a los demás. Quieren que des lo mejor de ti".
¿Cómo lo hace? "Soy bastante mayor, pero me siento mejor ahora que cuando tenía 44 años. Se trata de calidad de vida. Pertenezco a dos gimnasios y tengo amigos en ambos. Es toda una comunidad para mí".